«Como aplicadores aéreos no solo miramos el lote a tratar, sino que tenemos en cuenta a la población de nuestras ciudades, a los pobladores y niños rurales, como así también el cuidado de los cursos de agua y de otras actividades, como la apicultura. Un aplicador no solo se ocupa y preocupa por el tratamiento a realizar en un cultivo, sino en todo lo que rodea al mismo».
La frase es de Walter Malfatto, un aeroaplicador de la zona de Bragado que integra la Cámara de Aeroaplicadores de la Provincia de Buenos Aires (Capba) y la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas (Fearca). En una entrevista con LA NACION, Malfatto se refirió a qué hace la entidad por las buenas prácticas agrícolas en la actividad, la visión que tiene la sociedad sobre los agroquímicos y cómo acercarse a ella con información y un manejo responsable.
-¿Cuál es el trabajo que hoy hace la cámara por las buenas prácticas agrícolas?
-La cámara tiene un firme compromiso con la realización de buenas prácticas agrícolas. En este sentido, ha suscriptos convenios que permitan a sus asociados avanzar en el proceso de certificación de la norma IRAM 14130/3. A su vez, la entidad ha decido llevar a cabo un relevamiento de sus asociados para conocer cuál es su situación y cuáles serían los objetivos cumplidos y en cuáles se debe avanzar para lograr dicha certificación.
Además, se ha avanzado, gracias a la empresa Syngenta, en la capacitación de facilitadores que podrán asesorar al asociado interesado en iniciar el proceso de certificación.
Por otra parte, la entidad continúa periódicamente realizando capacitaciones no solo para sus asociados, sino también para los aeroaplicadores en general, en pos de seguir profesionalizando el manejo, la gestión, salubridad, etcétera.
-¿Cómo se encuentran en este tema ante la demanda por hacer las cosas bien en la actividad?
-Esta cuestión gira en torno a dos temas principales. En el aspecto colectivo, la entidad desarrolla el programa «Volemos juntos» con el cual se pretende acercar a la aeroaplicación y a la tarea del aeroaplicador a la sociedad. Además de generar capacitaciones no solo para aplicadores, sino también para la ciudadanía en general intentando con datos concretos, técnicos y científicos que la actividad poco tiene que ver con los mitos instalados por algunos sectores de la sociedad.
Por otra parte, el hacer las cosas bien tiene un aspecto individual, de cada aplicador. En este sentido, Capba ha emitido diferentes protocolos de acción y recomendaciones a sus asociados, no solo en pos de la calidad de la aplicación, sino en pos del cuidado de la salubridad pública y de la conservación de un ambiente sano.
Tanto las recomendaciones, como los protocolos de acción han tenido muy buena recepción y se ha asumido el compromiso de cumplir con los mismos por parte de los asociados.
-¿Cómo ven que se haya suspendido por un año la entrada en vigor de la norma por agroquímicos en Buenos Aires?
-Para ser exactos, lo que se ha suspendido es la resolución 246/18 del Ministerio de Agroindustria, que pretendía ampliar la regulación vigente establecida por la ley N° 10699 y el decreto 499/91. En este sentido, la normativa que quedo en stand by tenía varios puntos que generaban controversia, principalmente respecto de las distancias de aplicación respecto a zonas urbanas y a establecimientos educativos en el ámbito rural.
Entre los argumentos de la suspensión se habla de unificar mecanismos de coordinación operativa y asistencia entre el Ministerio y los municipios que adhieran a la normativa. En nuestra opinión es innegable la necesidad de que se avance en la creación de un sistema normativo que unifique criterios y que sea el Ministerio quien trabaje en esta cuestión es muy destacable, como toda la labor que ha venido desarrollando Sarquís (por el ministro de Agroindustria bonaerense) a lo largo de su gestión.
Pero es necesario destacar que este tipo de normativas deben generarse por consenso, por lo cual si esta suspensión tiene que ver con la generación de los mismos es bienvenida. Por otra parte, Capba ha emitido una recomendación y protocolo de acción respecto de los establecimientos educativos por el cual existe un radio de exclusión y, además, las aplicaciones se realizarían en días en que fehacientemente no haya concurrencia al establecimiento educativo y previa notificación de la realización de una aplicación en una zona cercana al mismo.
-¿Cómo ven la postura del sector frente a las críticas por los agroquímicos?
-Como sector, y a través de Capba, tratamos de aportar toda la información referida al tema en pos de desmitificar todo lo que hoy por hoy trasciende sobre la cuestión de los fitosanitarios.
Muchas veces sorprende que se pasa por alto muchas cuestiones, como por ejemplo, que cualquier fitosanitario que se pueda aplicar está autorizado por el Senasa, o que permanentemente se ataca al aeroaplicador que en proporción realiza una cantidad de hectáreas mucho menor a otros tipos de aplicación, y con un manejo mucho más profesionalizado. Pero creemos que es una cuestión de comunicación y de acercarnos a la sociedad, aportando información, comunicando y realizando un manejo responsable de la actividad.
Es importante dejar en claro que como aplicador aéreo no solo miro el lote a tratar, sino que tengo en cuenta a la población de nuestras ciudades, a los pobladores y niños rurales, como así también el cuidado de los cursos de agua y de otras actividades, como la apicultura. Un aplicador no solo se ocupa y preocupa por el tratamiento a realizar en un cultivo, sino en todo lo que rodea al mismo.